¿Qué significa estar «profundamente enamorado» como Pedro Sánchez?: «El enamoramiento dura 15 meses»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Pedro Sánchez y Begoña Gómez, en el 2015
Pedro Sánchez y Begoña Gómez, en el 2015 BENITO ORDÓÑEZ

Analizamos la evidencia científica sobre cuánto dura el enamoramiento y qué ocurre en nuestro cerebro durante las diferentes etapas de una relación de pareja

01 may 2024 . Actualizado a las 16:49 h.

La carta de Pedro Sánchez dejó a todo un país en vilo durante cinco días. Los pormenores de sus tres folios y medio de extensión han sido analizados ya hasta el hartazgo. Más allá de las cuestiones políticas detrás de este suceso, el párrafo clave y que se ha convertido casi en meme es aquel en el que Sánchez declara su amor por Begoña Gómez. «Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer», escribe el mandatario.

El amor de pareja, explican los expertos, se desarrolla en una serie de fases. Si al principio predominan la atracción física y el deseo, con el paso del tiempo, se va abriendo paso un sentimiento de complicidad que hace florecer el vínculo y permite a los individuos crecer como personas apoyándose en la relación. En la era del amor líquido, esta progresión que se da en las parejas duraderas es cada vez menos frecuente. Quizás por eso sorprende tanto la declaración de amor de Pedro Sánchez, que lleva más de dos décadas con Begoña Gómez. Pero su carta plantea también una pregunta: ¿es posible que el sentimiento de estar enamorado perdure durante tantos años?

A primera vista

Desde un punto de vista fisiológico, el enamoramiento no es más que una reacción neuroquímica que se da en el cerebro. Para que este sentimiento se desarrolle y se convierta en amor, es necesario que la información sobre esa emoción pase de una parte del cerebro a otra.

Como explica José Ángel Morales García, neurobiólogo del Departamento de Biología Celular de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, «la atracción es el primer paso. Ocurre cuando esa información visual que tú recibes, tu cerebro la analiza y te dice si te gusta o no. Eso lo hace una región que se llama giro fusiforme. Pasamos de la atracción al amor cuando el giro fusiforme ha decidido que la persona que tú estás viendo te gusta y pasa la información a otra zona del cerebro, que es el área tegmental ventral».

En este camino hacia el amor entra en juego la dopamina, conocida por ser uno de los neurotransmisores de la felicidad. «Está muy relacionado con adicciones a sustancias o al juego. Es un refuerzo que el sistema nervioso te da para premiarte por algo. Se podría explicar con un ejemplo: cuando te apetece una hamburguesa y sabes que no puedes comer porque no es del todo sano, pero la deseas mucho y vas y te la comes. ¿Tu cerebro qué hace? Sintetizar dopamina. Es la manera que tiene de premiarte», señala el experto.

Así, cuando nos enamoramos de una persona, se distribuye una dosis de dopamina por todo el cerebro en distintos núcleos con funciones distintas. «Y es cuando ya pasas de esa atracción inicial hacia un período de enamoramiento», apunta Morales.

¿Cuánto dura ese estado de enamoramiento? Nos guste o no, hay una respuesta científica y lo cierto es que esa etapa, a nivel fisiológico, tiene fin. «El enamoramiento dura unos 15 meses. Es decir, un año, año y medio. Y en parte, menos mal que es así. Porque cuando estamos enamorados, estamos como drogados. Siempre se dice que perdemos el juicio, mientras que la amígdala, que es una parte más emocional y que se activa frente a miedos, también se ve atenuada», explica Sara Teller, doctora en Neurofísica por la Universidad de Barcelona.

Del enamoramiento al amor

Cuando una relación comienza a asentarse y a establecerse como duradera, recién entonces podemos hablar, a nivel neuroquímico, de amor. «Pasados esos quince primeros meses, empieza a tomar más protagonismo la famosa oxitocina. Esta hormona que se considera la del abrazo, la del contacto y del amor. Es una hormona que nos hace sentir en paz y en confianza. También se dan otros cambios en el cerebro que te hacen estar más tranquila, más relajada, mientras que en el enamoramiento es un estado más de excitación», explica Teller.

Esto explica la sensación de confianza y complicidad que se llega a sentir con una pareja. Esto, en términos estrictamente evolutivos, cumple la función de permitirnos tener descendencia con esa persona y hacernos cargo de la familia que construimos con ella; en otras palabras, contribuye a la lealtad.

En esta etapa, «decae la producción de dopamina, pero intervienen otros neurotransmisores y núcleos. Por ejemplo, una vez que decae la producción de dopamina en la fase de enamoramiento, viene la fase de apego a tu pareja, de fidelidad, y ahí tienen más importancia neurotransmisores como la oxitocina y la vasopresina, que fomentan la confianza en la otra persona. Un compromiso, un vínculo, un apego. La misión de estos otros neurotransmisores es que tú permanezcas con esa pareja», explica Morales.

Entonces, ¿es posible estar enamorado como el primer día tras varios años en pareja? El neurobiólogo asegura que esto solo se puede decir de manera metafórica. «No es el enamoramiento inicial, no es ese dolor de estómago, esas mariposas, que también tienen un fundamento neurológico, es sencillamente como consecuencia de la dopamina en el estado inicial. Tu sistema nervioso simpático está estimulando el corazón, que se acelera; el tracto intestinal, que se altera con las conocidas mariposas en el estómago; o las pupilas, que se dilatan. Pero evidentemente eso tiene un fin. No me creo que alguien que lleva 20 años en una relación diga que sigue sintiendo ese movimiento del estómago o esa aceleración del corazón. Es imposible, porque tu organismo es incapaz de mantener eso durante tanto tiempo», dice.

Trabajar en la relación

La buena noticia es que, aunque ya no tengamos la sensación eufórica de estar «drogados» que surge al inicio de una relación, es en esta etapa posterior al enamoramiento cuando el vínculo adquiere lo que algunos expertos consideran que es su verdadero sentido: la capacidad de hacernos crecer.

«Cuando pasan parejas por la consulta, les pregunto cuál creen que es el propósito de la pareja. La gran mayoría dicen que es hacernos felices. Más desencaminados no podemos ir. Cuando entendemos ese propósito en clave de crecimiento, empezamos a vivir nuestra relación en modo de aprendizaje y esto cambia todo el escenario. Una crisis no tiene por qué ser el fin de la relación, pero sí que tiene que ser el principio de ese camino de esforzarnos para superarlo», señala la psicóloga y terapeuta de parejas Rosa Rabbani.

En este sentido, la carta de Pedro Sánchez refleja un esfuerzo consciente de priorizar su vínculo de pareja, una señal de que el matrimonio podrá ser duradero mientras que este esfuerzo se mantenga por ambas partes. «Construir una relación de pareja es como hacerse una casa. Si fallan los pilares, tarde o temprano, se van a empezar a hacer grietas y el edificio se va a caer. Y si tuviéramos que resaltar uno, la capacidad de cambio sería el más importante», asegura Rabbani.

Hay que tener en cuenta que, para que una pareja sea exitosa, «hay tres ingredientes que no pueden faltar, que son intimidad, pasión y compromiso. El compromiso tiene que ver con la durabilidad: te elijo y me eliges. La intimidad tiene que ver con la confianza y la pasión incluye lo sexual, aunque no es solo eso», explica la terapeuta de parejas Laura Morán.

A lo largo del tiempo, aunque bajen los niveles de dopamina, es importante mantenerlos altos. ¿Cómo? «Haciendo cosas nuevas con la persona. La dopamina está detrás de la sorpresa, la curiosidad, de las cosas inesperadas. Sería un poco lo que se conoce como mantener «viva» la llama. Intentar innovar con la pareja, no caer en la rutina y monotonía», sostiene Teller.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.